MUÑECO DE NIEVE

Cuando llega la nieve, en invierno, y veo a los niños haciendo muñecos de nieve, no puedo evitar acordarme de las maravillosas tiras cómicas de Bill Watterson sobre estos peculiares personajes temporales de hielo. El autor de Calvin y Hobbes plasmaba como nadie la increíble expresividad de estos monigotes blancos, supeditada por la mente de un niño con exceso de imaginación. Desde muñecos de nieve que odian la verdura hasta el más moderno arte vanguardista, los puntos de vista parecían infinitos. Para pequeños y mayores, la nieve puede representar una socorrida materia prima que agudiza la imaginación durante unas horas. Tu obra, día tras día, va perdiendo gordura, altura, va tomando extrañas apariencias y agujeros amorfos hasta desaparecer por completo y convertirse en otra materia prima: el agua. La nieve alimenta la imaginación y el agua calma la sed de la vida; sin duda la nieve me hace ser una persona metafórica.